miércoles, 25 de junio de 2008

El final de una vida

03-14

Hoy una vecina me llamó.

La mujer es mayor. Y tocó al timbre desesperadamente con lágrimas en los ojos, porque su marido, enfermo de alhzeimer, se había caído al suelo, mientras ella le cambiaba el pañal.

Y allí me vi yo, intentado levantar aquel peso muerto, aquel hombre con su dignidad perdida, desnudo de cintura para abajo, mirándome con ojos extraños, cuando nos conocemos de toda la vida.

Y su cabeza hizo un mohín y arrugó los labios en un gesto como de enfado, al ver que tirábamos de él hacia arriba para levantarlo.

Cuando al final conseguimos sentarlo en el sofá, su mirada permanecía baja, con su gesto ausente y sus ojos vacíos.

Antonio, le llamábamos... Muévete un poco hacia atrás.

Y Antonio permanecía sumido en su mundo. Con su mente desconectada de su cuerpo.

Qué queréis que os diga. A veces maldigo la vida, porque con ese hombre he compartido cervezas en la barra de un bar, he ido en su coche al entierro de mi propia abuela, charlando de la vida, del trabajo, de las novias y complejidad de las mujeres.

Yo que se... mas que la vida en sí misma, maldigo su, a veces cruel final.

Pero si tengo algo claro, es que como vengo haciendo hasta ahora, quiero vivir la vida a mi manera.

Todos aquellos que me conocéis sabéis que no me gusta pasarlo mal. Me gusta vivir, reírme, ser amigo de mis amigos, leer, escribir, pasar el tiempo lentamente, pero a mi manera intensamente.

Ya vendrán tiempos malos, y tiempos para llorar.

Y sobre todo, espero portarme bien y ser como digo yo "buena gente", porque me gustaría que si yo alguna vez estoy en el suelo semidesnudo... alguien me ayudara.

O simplemente como decía en un relato mío...

Que alguien coja mi mano cuando yo muera.

domingo, 22 de junio de 2008

Que se jodan

A veces dan ganas de decir esto a todo el mundo ¿eh?.

Y lo agusto que te quedas...
pues venga...

en voz bien alta.

5 minutos maravillosos de una maravillosa pelicula.








Porque al final es eso.. ¿verdad?

Nos jodemos nosotros.

La aptitud con la que vivamos nuestra vida marca nuestras acciones y las de los demás. Porque todo nos afecta. A veces somos como esponjas que nos empapamos, para bien o para mal.
El aislarse y saber ser "nosotros", es parte de nuestra esencia.
Si dejamos que esa esencia se manche, estamos perdidos.
Porque...

Todo, repito, todo, se vuelve en nuestra contra.

Y no sé quien lo dijo

Recogemos lo que sembramos.

miércoles, 18 de junio de 2008

El faro

 

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La mar embravecida golpeaba la base del faro levantando nubes de espuma.

El sonido lo era todo. 

Golpes bravíos contra la enorme base.

Una y otra vez.

Y el imponente faro partía las enormes olas en dos, mientras estas lo abrazaban lamiendo salvajemente sus paredes redondeadas.

Y en lo alto, a salvo de la tempestad, una pequeña luz caía sobre la cabeza de pelo alborotado del hombre.

Su cuerpo caía sobre la mesa, y sobre la mesa su mano sujetada la carta.

Carta que arrugaba entre sus dedos.

Sus ojos lloraban, y su cuerpo se convulsionaba al ritmo que su corazón se partía.

Se levantó y caminó tambaleante hacia la ventana.

Un relámpago partió la noche e iluminó las crestas de las olas coronadas de espuma blanca.

Apagó la luz, y reinó la oscuridad.

Y esa oscuridad le devolvía a la soledad que siempre le había acompañado.

Soledad que nunca le fallaría.

Soledad que nunca le abandonaría.

De nuevo gritó de dolor al romper a llorar nuevamente y sentir su pecho abrirse.

Cerró los ojos....

 

Hola oscuridad.. vieja amiga..

 

Hola oscuridad, mi vieja amiga,
He venido a hablar contigo otra vez.
Porque una visión arrastrándose suavemente
Dejó sus semillas mientras estaba durmiendo.
Y la visión que fue plantada en mi cerebro
Todavía permanece dentro de los sonidos del silencio.

En sueños sin descanso caminé solo
Por estrechas calles de empedrado,
Debajo del halo de una luminaria
Me levanté el cuello (de la prenda de vestir) al frío y la humedad
Cuando mis ojos fueron apuñalados
Por el flash de la luz de neón, que resquebraja la noche
Y acaricia los sonidos del silencio.

Y en la luz desnuda ví
Diez mil personas, quizás más.
Gente hablando sin conversar,
Gente oyendo sin escuchar.
Gente escribiendo canciones que las voces jamás compartirán
Y nadie osó molestar a los sonidos del silencio.

'Tontos,' dije, 'no saben
Que el silencio es como el crecimiento de un cáncer.
Escuchen mis palabras que podría enseñarles,
Tomen mis brazos que podría alcanzarlos.'
Pero mis palabras como silenciosas gotas de lluvia cayeron,
E hicieron eco en los pozos del silencio.

Y la gente se inclinó y rezó
Al dios de neón que crearon.
Y el cartel encendió su advertencia
Con las palabras que estaba formando.
Y los carteles decían que las palabras de los profetas
Están escritas en las paredes del subterráneo y en los conventillos.
Y murmuradas en los sonidos del silencio.



Simon & Garfunkel / Sounds of silence



 



 



A veces debemos callarnos y permanecer en silencio, para escucharnos a nosotros mismos.



Nuestro mejor consejero.

miércoles, 11 de junio de 2008

Corazón

 

Y la muerte me lleva entre sus terribles garras

arrancándome a jirones la piel que cubre mi corazón

y allí el demonio perverso lo come a grandes mordiscos con sus

dientes ensangrentados, preguntándome riendo que para qué coño

creía que servía aquello, sino para alimentar a las malas bestias y

servir de estorbo.

lunes, 9 de junio de 2008

La mar

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Y verte quiero y no puedo

porque mis lágrimas nublan mis ojos

y te doy camino para que andes

y andamos juntos al caminar

a mi lado muda te llevo

mudos tus labios que no tu mirar

y en tu mirada me asomo y veo

veo tu querer, mi amor,

mi niña,

veo la mar.

 

Esa mar que cruel

de tu lado me apartó

para sólo navegar y navegar

y sólo tu recuerdo llevo

porque los muertos

vacío llevan su pesar

y los muertos.

los muertos...

ni saben, ni pueden amar.

domingo, 1 de junio de 2008

Un dia







(Para lobo)



-¿Dónde vamos mamá?
- Venga no preguntes tanto y ponte el vestido.
Todo eran prisas, silencios y malos gestos aquella mañana.
Su padre y su madre, hablaban poco, muy poco y sólo iban de aquí para allá, cogiendo cosas, de un lado y de otro.
Mamá tenía la cara pálida, y papá el rostro serio. Pero creí que era mejor no hacer más pregunas y hacer lo que decían.
Así que me vestí, y cuando todos estuvimos listos, con el mismo silencio y los mismos gestos sombríos nos fuimos hasta el coche.
Ese día papá no puso la radio donde ese hombre con la voz monótona daba las noticias y nos contaba lo malo que había pasado en el mundo. Y mamá tampoco se iba mirando en el espejo para ver si tenía bien pintados los labios.
Era como si el silencio hiciese el coche más pequeño.
Los árboles pasaban rápidos, emborronados por la ventanilla del cristal, pero el cielo permanecía azul allí arriba. Inmóvil, inamobible.
Cuando papá aparcó el coche me encontré ante una gran puerta con grandes rejas.
Por supuesto que sabía que aquello era el cementerio.
Ya había oído hablar de él. No era una niña. Allí la gente dormía tranquilamente hasta que Dios los llamaba.
Fuimos paseando en silencio, cogida de la mano de mamá, por aquellos largos pasillos llenos de cruces y ángeles. Mamá señalando a uno pequeño me dijo que era un querubín. Supongo que sería su nombre.
Papá andaba dos pasos por delante con la cabeza gacha y arrastrando los pasos.
Después de andar un buen rato, llegamos hasta una gran placa que había en el suelo con varios ramos de flores.
Me sonreí, señalando la foto que había en ella.
-Mamá, es el abuelo-. Casi grité
Y entonces es cuando ví que tanto mamá como papá estaban llorando.
Y yo estuve a punto también de hacerlo, porque cuando oyes llorar a alguien hay algo que se trasmite en el aire que te hace hacerlo a tí también. Pero como yo ya no era una niña, conseguí evitarlo.
Me quedé mirando la foto del abuelo, y comprendiendo que dormía hasta que Dios lo llamase. Sólo pude pensar que ojalá no pasara frío, porque el día estaba fresco y el aire se colaba por los huecos de mi bufanda.
Cuando pasó un rato, nos fuimos de allí, mientras mamá se limpiaba las lágrimas con su pañuelo, y papá volvía a andar dos pasos por delante con la cabeza cabizbaja.
Cuando nos dirigíamos al coche, alguien nos llamó.
Era la prima Isabel.
Fuimos a saludarla y vimos que en brazos tenía al primito Carlos. Tenía apenas dos meses de vida.
Papá y mamá reían y no paraban de abrazarlo y darle besos, e incluso me lo dieron a mí para que lo cogiera.
¿Porqué huelen también los bebés? Bueno, salvo cuando se hacen caca.
La prima le dijo algo a mamá que pronto sería abuela, y las dos rieron a carcajadas.
No lo entendí.
Y después de eso nos metimos en el coche. Pero todo había cambiado. Papá y mamá ya hablaban y sus miradas habían cambiado.
El ciclo de la vida.
Ya os he dicho que ya no soy una niña.
Y el Rey león lo explica muy bien.

Y así fuimos bajando a la ciudad de nuevo, con el cielo inamovible, y los emborronados árboles pasando fugázmente por la ventanilla.

Palabras


Mi garganta esta rota...
mis oidos duelen
mi alma sangra
mi corazon enmudece
mi esperanza...

ay mi esperanza.

Sólo escucho palabras, palabras
y mas palabras
y no tengo respuestas
sólo silencio roto
de cuerdas vocales mudas
de alma hasta ahora llena
que duele al vaciarse
junto con mi esperanza

ay mi esperanza

cómo duele
cómo duele el vacio del alma

Sólo puedo decir te quiero
te quiero, te quiero, te quiero,

palabras mil veces dichas
palabras...
sólo palabras