jueves, 21 de mayo de 2009

Viento de noche




La ciudad comienza a dormir.
Pero siempre hay alguna luz encendida. Alguna ventana que desprendre luz. Algún aparato de televisión que ilumina la habitación con sus imágenes.
El cielo está cubierto por nubes blancas muy bajas que no dejan ver las estrellas.
Y aquí estoy en mi ventana, observando los coches que vienen y van.
La gente que camina bajo la luz de las farolas. Una madre con su hijo, una pareja cojidos de la mano. El viejecito que camina con su bastón quejosamente.
Entonces algo llama mi atención.
Es una ventana que se ha encendido en el bloque de enfrente. Tiene unos visillos blancos. Espero un rato y aparece ella.
Tiene el pelo largo, muy largo y negro. Lleva una camiseta verde y levanta los brazos cogiéndoselo en un moño. Abre el frigorífico y coje una lata. Sale del cuadro iluminado y se apaga la luz.
Todo vuelve a ser oscuro.
Una ráfaga de viento me mueve el pelo y seca mis ojos.
Miro al cielo, a esas nubes blancas y cierro los ojos.
Me dejo mecer por el suspiro del viendo.
Saco incluso mas mi cuerpo por la ventana, quedando medio cuerpo fuera.
Es como si bailara conmigo. Me trae aromas de flores y comidas.
No soporto el dolor. Me nace de dentro y se expande en oleadas por mi pecho hasta mis brazos. Cuando llega a mi cabeza... parece como si explotara y la quisiera abrir.
Aprieto los dientes y dejo que pase.
Vuelvo a abrir los ojos y me fijo de nuevo en la calle.
Un taxi viene despacio. Un grupo de chicas viene o va de fiesta alegremente. Una pareja discute en una esquina.
El levanta los brazos airadamente y ella llora tapándose la boca con las manos.
Es todo tan hermoso. Tan jodidamente hermoso, bañado por la luz de las nubes blancas.
La vida transcurre a mis ojos sin ser ellos conscientes de ser observados.
Como si fuera Dios. Un dios sin poder.
Un dios lloroso que se deja mecer por el viento.
Saco aún mas mi cuerpo y me sujeto con las manos.
El viento mueve mi pijama de hospital.
Entra por mi pecho y me acaricia la piel. Cosquillea en mi omgligo y hace aletear el cuello del pijama.
¿Porqué estos momentos no son eternos?
Mi piel responde erizándose. Mi nariz se abre para dar paso a la más minima partícula de olor.
Alguien está regando un jazmín. O quizás un galán de noche lanza al aire su aroma.
La ciudad produce su propio sonido. Su forma de decir que está viva. Su propia respiración, que me llega en forma de viento.
Lloro sin poder parar y mi cuerpo tirita de miedo.
Me empujo un poco más fuera de la ventana y tengo que hacer fuerza para mantener el equilibrio.
El viento juega con mi cara, seca mis lágrimas y me revuelve el cabello.
Mi cuerpo sufre otro espasmo de dolor que me hace gritar y morderme los labios.
Es todo tan hermoso. Tan bello. Tan vivo
Porqué tengo que perder todo esto, ¿Porqué?.
Quiero vivir por encima de todo.
Quiero vivir.
Quiero abrir mis sentidos y que me inunden las sensaciones.
Quiero soñar que vivo.
Quiero volar...
y me empujo llorando mientras el viento me mece y juega conmigo.

lunes, 18 de mayo de 2009

Para Mario





El pequeño rayo de luz se filtraba por la hoja entreabierta y caía sobre mis sabanas mojadas de ausencias.
Sentía su calor sobre mis pies y la humedad de mis lágrimas en mis mejillas.
Sentía el vacío en mi alma.

Me levanté, y con la misma rutina de cada día me dirigí al baño donde me duché. Me vestí y bajé a desayunar.
La cocina olía a limpia. Como siempre. Mi madre iba poniendo en el plato tostadas recién untadas de mantequilla, y de vez en cuando me soltaba un sonoro beso en la mejilla.
Esta vez ni protesté como solía hacerlo.
Cogí mi mochila y colgándomela del hombro salí a la calle.
El sol se estaba tapando por unas nubes grises.
El aire olía a humedad y la gente caminaba con prisa. Para que la inminente lluvia no les alcanzase. Como si puediesen ser mas rápidos que ella.
En vez de cojer el autobús me fuí andando a las afueras del barrio, poco a poco hasta que llegué hasta el árbol.
Era enorme. Con un grueso tronco.
El viento removía mi pelo y algunas gotas de agua salpicaron mi cara.
Le fuí dando la vuelta hasta que encontré el grabado.
Era un corazón con las iniciales R - L
Y allí me senté. Bajo él.
y cogí mi libro y continué por donde lo había dejado la tarde anterior.

"ayer llegó el otoño
el sol de otoño
y me sentí feliz
como hace mucho
qué linda estás
te quiero
en mi sueño
de noche
se escuchan las bocinas
el viento sobre el mar
y sin embargo aquello
también es el silencio
mírame así
te quiero"

Y había llegado el otoño y ella no había vuelto. Y jamás volvía.
Y yo cada día venía a este árbol y renovaba mi promesa de amor, pidiéndo a Dios que me matase porque me faltaba el valor de hacerlo yo mismo.
Y Benedetti me acompañaba cada día en mi llanto y mi soledad.
En su ausencia.
En mi cobardía.
En su muerte ya lejana, en mi dolor...revivido día a día.


"ahora mismo estoy triste
estoy triste y te quiero
ya pasarán las horas
la calle como un río
los árboles que ayudan
el cielo
los amigos
y qué suerte
te quiero "

Te quiero, te quiero, te quiero.
y eso no sirve de nada porque no te tengo.
Apoyo mis brazos en mi cara y rompo a llorar... soltando el libro que se humedece con la lluvia.
Mario me mira pensativo en la contraportada y mis propias lágrimas le oscurecen la cara.
A lo lejos... el cielo se rompe en un trueno y la lluvia comienza a arreciar.


Pd. Descanse en Paz.

jueves, 7 de mayo de 2009

El conductor II




El agua del grijo cae por mi cabeza resfrescándola.
Es como si mi puta cabeza fuera un horno de lo caliente que está. Me levanto y me vuelvo a colocar las gafas sin limpiarme. El agua cae sobre mis botas y la sensación me gusta.
Sólo hay un coche parado en la gasolinera. Una mierda de Ford Escort gris metalizado.
Saco mi trapo del bolsillo trasero y me limpio un poco la cara. Mis pies hacen un curioso ruido al andar. Como de chapoteo.
Entro en la gasolinera y me meto por las estanterias. Sé muy bien lo que busco.
Joder, la cabeza ya empieza a arderme otra vez.
Lo cojo y me voy a la caja.
"¿solo esto señor?". Me pregunta el subnormal de la caja. Tiene tal soberana cara de tonto, que dudo mucho que se pueda limpiar el culo sin pedir ayuda a su madre.
"Pues salvo que tengas rayos x y veas lo que llevo escondido en los güevos... si. Caraculo".
Se calla. El muy cabrón se calla. Como todos.
Salgo y me voy por la parte de atrás. Donde las putas gordas del coche no me pueden ver.
El sol sigue en todo lo alto. Friéndome la cabeza.
Al menos el puñetero grillo quedó atrás. Con el jodido ciclista.
Saco el bollo de chocolate que he comprado, y cerca del baño miro al niño.
Mis labios forman una sonrisa.
Las gordas lo han perdido de vista un momento.
Le meto las dos pastillas bien dentro y le silbo al niño que me mira.
Mi brazo se extiende y la mejor de mis sonrisas aflora en mi cara.
El sol no me deja pensar... lo odio.
Odio que haga tanto calor porque a veces pienso que no se lo que hago.
El niño me ve... y camina hacia mí.

- - - - -

Minutos despues las gordas arrancan el coche con el niño tranquilamente dormido por los somniferos que le metí. Por supuesto esas bolas de grasa no saben que el dinero de sus bolsos anda en mi bolsillo.
Las huelo a millas. Esas gordas americanas no se desprenden de sus bolsos así las maten.
Me dirijo a la gasolinera y vuelvo a entrar.
Me quedo delante del tonto.
Me rasco enérgicamente la barba mojada por el sudor.
"¿Qué coche tienes caraculo?"

miércoles, 6 de mayo de 2009

Hoy...




Hoy me duele el alma
la he intentado lavar en lágrimas y curarlo con el olvido
pero no hay lágrimas suficientes...

ni hay olvido.

sábado, 2 de mayo de 2009

Pink Floyd-Marooned

Sabéis los que me seguís que a veces me gusta guardar silencios.

Y en esos momentos casi siempre escojo una canción.

¿Puede hablar una guitarra?. Ya lo creo que sí. Diablos que sí.
La verdad que esta canción siempre me ha encogido el corazón porque parece que esa maldita y adorada guitarra de Davil Gilmour te hable al oído y te diga tanto lo que no quieres como lo que quieres oir.

Quiero compartirla con vosotros.
Si lo deseáis... también vosotros también podéis guardar silencio.