lunes, 20 de octubre de 2008

Desprecio

 

Te sirvo el desayuno y tengo que aguantar nuevamente tu mirada de desprecio. Bajas de nuevo la cabeza concentrándote en  tu revista y haciéndome de nuevo el maldito vacío de todas las mañanas.

Y sé que no puedo protestar, sé que no puedo siquiera levantar la mirada y mirarte a los ojos, sé que tengo que aguantar todo esto porque no te puedo reprochar nada. Soy culpable. Lo soy.

Y cada día aguanto tu indiferencia, tus vacíos, tus medias palabras, tus silencios a ratos, tus miradas furtivas.

Me he convertido en tu esclavo. Y no ha sido nada pactado, pero si quiero que esto se arregle ha de ser así. Te preparo el desayuno cada mañana, hago la colada, antes de irme a trabajar doy un repaso con la aspiradora. Cuando llego caliento la comida y por la noche dejo medio preparada la del día siguiente. Plancho tu ropa con esmero, con el mismo que te preparo un baño caliente de espuma a media tarde.

Y en cambio solo obtengo  multitud de pequeños y grandes detalles que me hacen sentir absolutamente despreciable, usado, pisoteado por ti. Me dices que la comida es un asco, que el agua está fría, que la ropa está mal planchada...

Pero no puedo decir nada. Te quiero y he de aguantar todo esto. Sé que tengo que sentirme así para que me perdones. Que tengo que pasar por todo esto.

Pero se hace duro... muy duro ver a la persona que quieres que te trate así. Porque te sientes tan pequeño, tan inferior, dudando ya hasta incluso de su amor por ti. Porque si eres capaz de hacer pasar por esto a la persona que amas... te planteas muchas cosas, muchas.

Constantemente me regañas, me insultas, me dices todo lo que hago mal. Me lo echas en cara, olvidando y obviando todo lo bueno que he echo, hice y haré por ti.

Pero no puedo protestar...

Te digo adiós y cojo las llaves del coche. Cierro la puerta con cuidado después de haber obtenido el silencio por respuesta.

Voy al garaje y me acerco al coche. Pulso el botón de la pared y la persiana empieza a subir automáticamente llenando de luz la habitación, dejando al descubierto la mancha oscura en el cemento del suelo.

La que dejó tu gato. Tu maldito gato cuando lo aplasté  al echar marcha atrás sin darme cuenta.

Mata un gato, y te dirán...

12 comentarios:

emperatriz dijo...

...MATA GATOS¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

sueño dijo...

Sabía que lo entenderías emperatriz. No esperaba menos, jajajaja.
Gracias por esos post que me hacen pensar tanto y le dan sentido a mis escritos
jijiji
un besazo hermanilla.

Rara Avis dijo...

La verdad es que todo por un accidente... no me esperaba este final... pensaba que sería por otra cosa y no quiero decir que no se pueda sentir lastima por la muerte de una máscota... que conste que a mi me quitan a mi Ratoncito y me da algo...

besitos grandotes guapo... me ha encnatado como lo has escrito!

sueño dijo...

Gracias ays... si, quise darle ese final porque a veces el ser humano... en fin. jajaja.
Una mascota es como alguien de la familia, y lo digo yo que también he tenido. Así que quise juntar eso, con lo crueles que podemos ser a veces con el ser amado.
un besazo.

emperatriz dijo...

MALTRATA GATOS¡

emperatriz dijo...

MALA PERSONA¡¡

sueño dijo...

y no sabes lo mejor¡¡¡¡
sin carnet.
pero no digas na

emperatriz dijo...

DELINCUENTE¡¡¡

emperatriz dijo...

pero todo ello sin acritud... ehh

titiritera dijo...

jo es buenisimo este post. Me pregunto que le espera al pobrecito. ¿O cojerá el coche para no volver más? Ojalá sí :D, besitos.

sueño dijo...

Pues no se titiritera... digamos que el final se queda a la imaginación de cada lector. Puesto que ni yo mismo lo se.
Un beso.

Yo dijo...

¿Era el gato? Pensaba que él le había puesto los cuernos y después se había arrepentío y ahora la otra le estaba haciendo la vida imposible...

Bah... qué mala suerte, con lo mal que me caen a mí los gatos... igual hasta le habría dao las gracias jajajajaja